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Robótica en la agricultura chilena: un sueño imposible sin infraestructura digital

Para un país que aspira a transformarse en un proveedor alimentario de clase mundial, la automatización permitirá aumentar la producción y minimizar el impacto ambiental.

Por: Carmen Gloria Solís | Publicado: Jueves 26 de abril de 2018 a las 04:00 hrs.
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Hacia el 2050 la población mundial habrá aumentado 50% respecto de los niveles actuales y el desafío de una alimentación más completa y saludable parece imposible ante la sobreexplotación de los recursos y la escasez creciente de agua, agudizada por los efectos del cambio climático. Para Chile la problemática no es menor, dada su apuesta estratégica de transformarse en un proveedor de clase mundial de alimentos de calidad para el mundo, gracias a su favorable condición de país de clima mediterráneo.

Una opción es cultivar de manera más inteligente y para ello resulta atractivo recurrir a la robótica, entendida como aquella tecnología específica de automatización que ayuda a controlar, administrar y cosechar sus cultivos de manera sostenible mediante el procesamiento permanente de datos. En el mundo estas aplicaciones ocupan el segundo lugar en ventas luego de los gastos en defensa y seguridad de los países desarrollados.

En EEUU, el cultivo a través de data se aborda mediante sensores, drones y tractores autónomos, aunque sistematizados entre sí mediante sofisticadas plataformas tecnológicas. Las apps más avanzadas monitorean la luz, temperatura, agua y a los propios robots sembradores y cosechadores. El documental Data Driven de 3M muestra parte de estas experiencias junto al norteamericano Jerry Johnson, CEO de Aglytix, una compañía que analiza los softwares disponibles en la agricultura. “Estoy seguro que hay más datos disponibles en un campo que en cualquier otra industria. Cuando un tractor cruza una siembra captura millones de imágenes y data que luego son analizados para la mejora de las cosechas. Los productos químicos sólo se rocían sobre las malas hierbas”, asegura.

Por su parte, Dale Stensrud, propietario del North Shore Farms en Minnesota, señala que “por cada segundo registramos a través de sensores remotos las condiciones de la planta, la humedad del suelo y la luz solar. Ahora no se trata de los grados de calor de un día, sino que analizamos cada segundo. Cuando el dron vuela una vez sobre el campo es capaz de tomar mil imágenes, las cuales se unen en un mosaico de análisis de alta sofisticación”.

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Falta lo básico

Sin embargo, esta tecnología de avanzada requiere en lo más básico de algunos retos tecnológicos como Internet de las Cosas (IoT en inglés) vía redes de sensores y softwares analíticos. En Chile, un estudio del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo indica que el acceso a internet es territorialmente muy desigual y existe un despliegue insuficiente de infraestructura de banda ancha basada en fibra óptica. El nivel de adopción de la tecnología de avanzada en el sector agrícola no supera el 1%, donde 18 comunas regionales del Maule, Bío Bío y Araucanía no cuentan con conexiones fijas sobre 10 Mbps.

La fruticultura chilena espera instalar 7 millones de sensores al 2035 para enfrentar esta nueva tendencia de Smart Production. Sin embargo, los estudios del Ministerio de Economía y Corfo argumentan que es prioritario establecer una infraestructura adecuada de banda ancha para la red de troncales, sub-troncales y nodos de acceso. El desarrollo tecnológico de la agricultura nacional necesita del manejo de datos con velocidad, baja latencia, cobertura, resiliencia y redundancia.

Aunque pensar en la robótica más avanzada para la agricultura en Chile puede ser lejano, dadas las actuales inversiones digitales a nivel país, probablemente sí es posible iniciar los primeros procesos de automatización locales con pequeños robots para invernaderos, cosechadoras, visión por computador 2D o 3D, sensores simples y hasta drones, intentando aumentar la producción y minimizar el impacto ambiental.

Tal como argumenta el agricultor Dale Stensrud de EEUU, “estas tecnologías son realmente vitales para el desarrollo del mundo porque estamos gestionando un producto vivo que cambia todos los días según el clima, las condiciones de suelo, luz y aire. Quien logre estar a la vanguardia de las cambiantes condiciones climáticas marcará la diferencia futura del planeta y su alimentación”.

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